Si paseas por el casco viejo de la localidad mallorquina de Pollença, si miras para arriba en una de sus calles, verás que hay algo en una azotea que llama la atención. Es la casa de Joan Miró.

No me refiero al famoso pintor que también se estableció en Mallorca sino a Joan Miró Cuart, también pintor pero sin el mismo éxito.

En los años 90, Joan añadió en la azotea de su casa Can Miró, una construcción independiente de dos niveles, de la que destacan una torre, una especie de cúpula orgánica y unas pequeñas torres de estilo minaretes.

Joan terminó su peculiar edificación sin problemas, aunque ya en su época no estuvo exento de polémica. En 1993 el Ayuntamiento denunció la construcción por no tener la licencia correspondiente. Joan correspondió a la denuncia justificando la obra con fines estéticos para ocultar elementos como chimeneas y antenas. En 1997 el ayuntamiento responde que es ilegal y que debe demolerse. Esta última notificación nunca llegó a manos de Joan cuyo paradero ya era desconocido y su pista desapareció tanto en el pueblo como en la isla. A día de hoy sigue en pie y en estado de abandono.